Historia del Presente, 12. El final de la guerra civil: represión y exilio

El final de la guerra civil: represión y exilio

A partir del hundimiento de la República en enero de 1939 y hasta el final de la guerra dos meses más tarde, el tiempo para impulsar unas olución negociada o, aun, una intervención internacional humanitaria, se estaba agotando rápidamente.
Esto no quiere decir que la única posibilidad que tenía la población republicana para evitar una derrota completa, sin ningún tipo de concesión por parte de Franco, fuera
la resistencia numantina en algún reducto pirenaico o levantino, como parecía defender el presidente del Gobierno, Juan Negrín, y alguno de sus ministros como Julio Álvarez del Vayo.

 

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Presentación

El final de la guerra civil: represión y exilio
Introducción
La Guerra de España no ha terminado. Conocemos el fin de las operaciones militares, pero el conflicto continúa.
Guerra es, también, toda especie de lucha y combate, aunque sea en un sentido moral.
Julián Zugazagoitia (1940)

Si en España se sigue, como se está haciendo ahora, con la política de persecutoria de los primeros meses de la
guerra, se irá al hundimiento de España, porque el germen de rencores y de odios que dejará tras de sí será de
tal naturaleza que su huella no desaparecerá.
Juan Negrín, 1 de abril de 1939

A partir del hundimiento de la República en enero de 1939 y hasta el final de la guerra dos meses más tarde, el tiempo para impulsar unas olución negociada o, aun, una intervención internacional humanitaria, se estaba agotando rápidamente.
Esto no quiere decir que la única posibilidad que tenía la población republicana para evitar una derrota completa, sin ningún tipo de concesión por parte de Franco, fuera
la resistencia numantina en algún reducto pirenaico
o levantino, como parecía defender el presidente del Gobierno, Juan Negrín, y alguno de sus ministros como Julio Álvarez del Vayo.
Tras Munich, ya no había tiempo, ni condiciones interiores y exteriores, para una suspensión de hostilidades como habían defendido el presidente de la República, Manuel Azaña, y el que fueraministro de Defensa y líder del PSOE, Indalecio Prieto, desde el año 1937 y, sobre todo, tras la debacle de Aragón que permitió a las tropasfranquistas llegar al Mediterráneo y partir en dos el territorio en manos de los gobiernos del Frente Popular. Incluso los planes para una evacuación masiva
y ordenada de los responsables republicanos y de sus familias hacia América, sobre los que Prieto había insistido desde la primavera de 1938, no habían terminado de concretarse ni en
México ni en Europa o el norte de África. Parecía que Negrín lo había confiado todo a que la resistencia y la capacidad defensiva del Ejército Popular permitiera, al menos, una intervención humanitaria del Reino Unido y de la República
francesa que limitara las represalias y permitiera la evacuación de una minoría de responsables políticos. Nada había preparado en Francia o en México cuando se produjo el pronunciamiento de Casado con apoyo de los partidos políticos
y sindicatos, salvo el comunista. Lo único que. se había preparado antes del reconocimiento de Franco por las potencias democráticas europeas era el resguardo de una parte de los bienes de la República en el exterior y el traslado de
algunos otros desde España al extranjero, poniéndolos
a buen recaudo, hasta que las tornas del contexto internacional permitieran a Negrín volver con su Gobierno a España. Como dijo en una reunión de los ministros socialistas con
la dirección del PSOE el 19 de julio de 1939, el problema de los refugiados, dada su magnitud, no lo resolvería ni todo el oro de Creso. Contra este legalismo, por encima de la voluntad de
instituciones democráticas, como los partidos políticos y los representantes de la voluntad popular, se manifestó una mayoría republicana en la diáspora de la emigración. El principal aglutinante de esta mayoría parlamentaria y de la
voluntad de liquidar lo que restara de la legalidad del gobierno Negrín en el exilio, fue el líder del PSOE Indalecio Prieto. Esta iniciativa no fue una desgracia para España ni para el futuro del
partido socialista.
La victoria de Franco no fue completa ni la guerra había terminado, pues no llegó la paz con el fin de las hostilidades. La voluntad franquista de revancha y de liquidar todo lo que había significado la experiencia democrática republicana
(pese a sus limitaciones), dejó una huella de rencor que impediría la concordia de los españoles hasta que no hubiese desaparecido la mayor parte de los protagonistas de la guerra de España.
La pervivencia de instituciones políticas del período republica no aunque solamente fueran los partidos políticos y algún tipo de junta o comité en el exilio era un permanente elemento
de denuncia internacional de la ilegitimidad del franquismo.
Además, enseguida se diseñaron nuevos proyectos políticos desde el exilio, una vez constatada la impotencia de los antifascistas derrotados para derribar a Franco por sí mismos y la reedición de la No Intervención tras el final de la Segunda Guerra Mundial, para disgregar la coalición reaccionaria franquista y permitir un plan de transición a la democracia que permitiera la reconciliación entre los españoles. Había que
intentar la concordia y la convivencia pacífica en el futuro de los antiguos derrotados republicanos con sectores como católicos y monárquicos liberales que se habían distanciado del franquismo. Como dijo Manuel Azaña en su discurso a
los españoles de julio de 1938, solamente cabía esperar que los responsables políticos pensaran en un futuro en el que reinaran la Paz, la Piedad y el Perdón.

Juan Bautista Vilar y Abdón Mateos

Índice

EXPEDIENTE. El Final de la Guerra Civil. Juan Bautista Vilar y Abdón Mateos (eds.)
Introducción: El final de la Guerra Civil
Francesc Vilanova: El derrumbe. Los últimos días de la República en Cataluña (febrero de 1939)
Juan Bautista Vilar: El exilio español de 1939 en el Norte de África
lidia bocanegra Barbecho: argentina en la guerra de España
Egohistoria
Ana Martínez Rus: un paseo por la vida y la historia. La trayectoria personal y profesional de Antonio Elorza
El pasado del presente
Álvaro Soto Carmona, Iván Colorado, Javiera Errázuriz y Romané Landaeta: Transición a la
democracia en Chile y derechos humanos: una revisión del Informe Rettig
Miscelánea
María Fernández Moya: Editores españoles a ambos lados del Atlántico: el sector editorial republicano y la edición en la España franquista
José Antonio Pérez Pérez y Carlos Carnicero Herreros: La radicalización de la violencia política durante la Transición en el País Vasco. Los años de plomo
Rubén Vega: demócratas sobrevenidos y razón de Estado. la Transición desde el poder
Pau Casanellas Peñalver: Los últimos zarpazos del franquismo: el decreto-ley sobre prevención del terrorismo de agosto de 1975

Autores

Juan Bautista Vilar
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Murcia. Autor de numerosas publicaciones,
ha desarrollado media docena de líneas de investigación entre las que cabe destacar el estudio
de los españoles en el Norte de África, las emigraciones hacia Europa, las minorías religiosas, la historia
regional y la historia de las relaciones internacionales. En 2006 publicó el libro La España del exilio. Las
emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX.
Francesc Vilanova i Vila-Abadal
Profesor titular de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del CEFID y de la Fundación
Pi i Sunyer. Especialista en la historia de la Guerra Civil, el primer franquismo y el exilio catalán.
Entre sus últimas publicaciones cabe destacar: Als dos costats de la frontera: relacions polítiques entre exili i
interior a la postguerra, 1939-1948 (2001); El franquismo en guerra: de la destrucción de Checoslovaquia a la
batalla de Stalingrado (2005); La Barcelona franquista i la Europa totalitària, 1939-46: lectures polítiques de la
Segona Guerra Mundial (2005); 1939: una crónica del año más terrible de nuestra historia (2007).
Lidia Bocanegra Barbecho
Doctora por la Universidad de Lleida (2006), con una tesis codirigida entre esta universidad y la Universidad
Nacional de Mar del Plata (Argentina). Americanista con especialidad en historia contemporánea
argentina con respecto a la Guerra Civil española y el exilio republicano. Actualmente es miembro
colaborador del CIHDE y se especializa en el ámbito metodológico informático y su aplicación en la
investigación histórica. Para mayor información: http://www.lbocanegra.eu
Álvaro Soto Carmona
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. Miembro del Centro
de Investigaciones Históricas de la Democracia Española (CIDHE) y vicepresidente de la Asociación
de Historiadores del Presente.
José Iván Colorado García
Licenciado en Historia (Universidad de Oviedo). Máster de Historia Contemporánea en la Universidad
Autónoma de Madrid (UAM).
Javiera Errázuri
Licenciada en Historia (Pontificia Universidad Católica de Chile). Máster en Historia Contemporánea
en la Universidad Autónoma de Madrid. En la actualidad realiza su tesis doctoral en la UAM.

Romané Landaeta Sepúlveda
Licenciada en Historia (Universidad Metropolitana de Ciencia de la Educación. Chile). Magíster en Estudios de Género (Universidad de Chile). Máster en Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. En la actualidad realiza su tesis doctoral en la UAM. Becaría del Programa de Becas
de Alto Nivel de la Unión Europea para América Latina (Programa Alban).
María Fernández Moya
Investigadora predoctoral del Departamento de Historia e Instituciones Económicas II, Facultad de Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El tema de su tesis doctoral es El sector editorial en el siglo XX. Ha sido colaboradora del departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Políticas de la UCM. Desde el año 2007 trabaja como investigadora en la escuela de negocios IESE,
dentro de la Cátedra de Empresa Familiar.
José Antonio Pérez Pérez
Investigador doctor del Instituto Universitario Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco. Colaborador del CIHDE. Ha publicado libros como, entre otros, Los años del acero (2001) y, junto a Norberto Ibáñez, Ormazábal. Biografía de un comunista vasco (2005).
Carlos Carnicero
Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas por las Universidades del País Vasco y Complutense
de Madrid, comenzó su carrera profesional como periodista en los medios de prensa escrita. Colaboró
con El Diario Vasco y La Voz de Guipúzcoa. Fue director de la revista argentina Contrapunto durante dos años. En 1982 ingresó en la revista Tiempo, de la que llegaría a ser subdirector y donde permaneció hasta 1988. En mayo de ese año se incorporó a un nuevo proyecto y colaboró en el lanzamiento de una nueva publicación: Tribuna. En junio de 1989 se incorporó a Diario 16 como director adjunto, y permaneció
en ese cargo hasta 1991, en que fue nombrado director de la revista Panorama (hasta 1993).
Rubén Vega
Profesor de la Universidad de Oviedo. Autor de numerosas publicaciones, ha trabajado sobre la historia del movimiento obrero y del cooperativismo. Entre sus últimos libros cabe destacar Juan Muñiz Zapico (2007) y Historia de la UGT. La reconstrucción del sindicalismo en democracia (2009).
Pau Casanellas Peñalver
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universitat Autònoma de Barcelona
(2006), con premio extraordinario de titulación. Máster en Historia Comparada, Siglos XVI-XX por
esta misma universidad (2007), y becario predoctoral en el Departament d’Història Moderna i Contemporània.
Actualmente trabaja, bajo la dirección de Carme Molinero, en la elaboración de su

El final de la guerra civil: represión y exilio

Introducción
La Guerra de España no ha terminado. Conocemos el fin de las operaciones militares, pero el conflicto continúa.
Guerra es, también, toda especie de lucha y combate, aunque sea en un sentido moral.
Julián Zugazagoitia (1940)

Si en España se sigue, como se está haciendo ahora, con la política de persecutoria de los primeros meses de la
guerra, se irá al hundimiento de España, porque el germen de rencores y de odios que dejará tras de sí será de
tal naturaleza que su huella no desaparecerá.
Juan Negrín, 1 de abril de 1939

A partir del hundimiento de la República en enero de 1939 y hasta el final de la guerra dos meses más tarde, el tiempo para impulsar unas olución negociada o, aun, una intervención internacional humanitaria, se estaba agotando rápidamente.
Esto no quiere decir que la única posibilidad que tenía la población republicana para evitar una derrota completa, sin ningún tipo de concesión por parte de Franco, fuera
la resistencia numantina en algún reducto pirenaico
o levantino, como parecía defender el presidente del Gobierno, Juan Negrín, y alguno de sus ministros como Julio Álvarez del Vayo.

 

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